Taberna con solera de cocina regional. Platos típicos madrileños como rabo de toro, callos y bacalao en una taberna de larga trayectoria con azulejos llamativos.
Tapas muy generosas, cuidado al pedir porque son grandes. Nosotros éramos tres y pedimos tres raciones y acabamos llenos. Las patatas bravas pican lo Justo, los calamares a la andaluza muy ricos y las patatas con huevos estrellados y jamón estaban ricas pero para mi gusto el huevo demasiado hecho. Es una bodega típica del lugar, los camareros muy atentos.
Un lugar con encanto, típico madrileño. Hemos ido ya en varias ocasiones y nos gusta mucho para tomar algo. El vermut es de grifo y te ponen tapas diferentes con cada consumición. La última vez llevamos a unos amigos y nos animamos a probar el licor de madroño. Los camareros muy amables. Muy recomendable.
Espectacular. Merece mucho la pena. Fuimos un grupo de 8 personas. El trato ha sido de 10 por parte de todos los camareros. La calidad, como siempre en el Madroño, de 10. Las bolitas de bacalao con madroño están riquísimas, al igual que sus bravas, las croquetas, etc. De postre tomamos una torrija y estaba buenísima. Es la tercera vez que voy y siempre que alguien me visita en Madrid, intento llevarles al Madroño. Seguid así!!
Típico restaurante madrileño con gastronomía típica. Platos abundantes. El robo de toro y los callos muy buenos. Trato agradable.
Localización ok. Me gusta mucho más el de calle puerta cerrada. Atención normal. La terraza es muy agradable Es algo caro dos raciones y 3 cervezas 37 euros.
Un vermú con su aceituna de hueso, si sr!, riquísimo. La tapa de acompañamiento estupenda. El servicio de camareros, amables, simpáticos a la par correctos.
Merece mucho la pena, típico Madrileño, la comida es rica y platos generosos, rico licor de Madroño, los camareros son muy amables, generalmente está lleno, aunque fuimos en grupo y no tuvimos que hacer reserva !
Estuvimos muy a gusto, servicio excepcional, así como la calidad y cantidad de comida en los platos del menú. 4 primeros y 4 segundos a elegir con postres caseros y un chupito final de licor de madroño, en vaso de oblea y chocolate. Encontramos el lugar de casualidad buscando un sitio donde comer de menú. Y muy amablemente, después de preguntar si tenían menú, nos invitaron a entrar al comedor, ya que la terraza estaba llena. Días después al estar por la zona, siendo hora de comer no dudamos en volver. Muy bien, la carta del menú era otra, muy variada. Excelente.