Local de aspecto elaborado y cocina castellana. Local en antiguo convento con frescos en el cielorraso y comedor con arcos de ladrillo donde, se sirven platos clásicos castellanos.
Restaurante de renombre y larga tradición en Valladolid. Cocina clásica excepcional, nunca decepciona. Óptima relación calidad precio. Lechazo de gran sabor, textura y calidad, en su punto. En este producto son una referencia. Variedad de vinos, bien seleccionados a precio competitivo. Los postres tampoco desmerecen. Es de destacar respecto a la prevención de contagios, la adecuada separación y los filtros hepa, bien distribuidos. Te sientes cómodo y seguro en todo momento. Un ejemplo para la hostelería nacional por todo lo mencionado.
Sino es el mejor restaurante de todo Valladolid, se encuentra por supuesto entre los mejores. Tiene una barra pequeñita a la entrada y unos salones inmensos. La decoración es digna de ver, la comida excelente y los precios bastante asequibles para la calidad que ofrecen. Pero lo mejor de este lugar es el servicio, profesionales de la hostelería sin lugar a duda.
Posiblemente uno de los restaurantes con más encanto de la ciudad. Amplios salones cargados de historia y una cuidada decoración. Cruzar sus puertas te asegura un viaje al pasado. Carta variada que ofrece platos típicos castellanos y alternativas diferentes. Buena calidad sin precio excesivo.
Me lo recomendaron y no defraudó. Solo entrar el sitio ya impacta. Tradicional, clásico, real. Servicio increíble, amable, muy servicial. Calidad y cantidad de los platos excelente. Todo lo que comimos muy bueno. Y los postres también excelentes. Recomiendo pedir consejo a los camareros y dejarse llevar. También tienen sommelier específico para seleccionar un buen vino. Sin duda si vuelvo a Valladolid volveré por el sitio. Precio correcto para la calidad-precio y lugar.
Sitio mágico, es un edificio con historia, una decoración medieval...la comida muy buena, rico lechazo y entrantes muy buenos. Los chips con arroz y los torreznos. Postres algo más flojos. Servicio y atención de 10. Nuestro camarero muy amable
Bonito lugar, la comida está buena y parte del servicio muy amable, aunque el camarero que nos tomó la comanda nos asesoró mal y nos indicó que dos bandejas de carne eran pocas y que debíamos pedir más, somos una familia de dos adultos y tres niños y al final sobró casi una bandeja de carne, la ensalada y el revuelto estaban muy buenos. Gracias que el otro camarero que nos atendió fue muy amable y nos dividió la ensalada y nos trató con mucha amabilidad, cosa que no hizo el camarero que nos tomó la comanda que fue un poco brusco.
Restaurante encantador, muy bien decorado y conservado, solo por verlo vale la pena comer alli. La comida buenisima. Como entrante pedimos ensalada de salmon y como plato principal el famoso lechazo y rodaballo, todo buenisimo. Nos recomendaron probar el postre tipico “Tarta de las Monjas” y valio la pena degustarlo. Volveremos
Las instalaciones son espectaculares. Antiguo convento repleto de arte e historia. La comida muy buena . Los postres también . La atención impoluta . Lo único que no me gustó mucho es que te ponen el solomillo en parrilla caliente y te ahumas.