RESTAURANTE EL INGENIO

Un lugar muy cálido, privado, con comida local, atendida por sus dueños (al menos lo parecían), comida llego rápido. La comida estaba bien, llego no tan caliente y de sabor esperaba algo más. Esta muy bien decorado con su temática del Quijote.

¡Una joya! Hoy visitamos por primera vez mis padres y yo este estupendo restaurante. Admito que el exterior del local no me llamó especialmente la atención, pero afortunadamente decidimos entrar. Bonita decoración, el interior del local está dedicado a Cervantes y su gran obra literaria. ¡Un local (y la comida también) muy castizo! Lo recomiendo en especial a los turistas, si quieren tener una experiencia muy madrileña. La comida simplemente magnífica, pedimos la ensalada de pollo y tomate con salsa rosa (mi plato favorito, espectacular), las croquetas (mi debilidad, ¡buenísimas!), Estofado de añejo (impresionante, con puré de manzana), solomillo en salsa de Cabrales (una delicia) y bistec (la carne de sabor intenso, aunque eché en falta algún acompañamiento más aparte de las patatas). Los postres el broche de oro: una tarta de queso magnífica (receta propia que data, sino recuerdo mal, de 1960) y un helado plátano que me sorprendió, puesto que no soy muy fan de los helados. ¡Pues fue mi postre favorito! Tenía sabor a artesanal y a plátano intenso, para nada como el típico industrial, y con trazas de caramelo, una explosión de sabor. Pero creedme que lo mejor no fue la comida, sino la exquisita atención de las dos personas (desconozco sus nombres, pero parecían los dueños) que lo regentaban, así que les llamaré "el señor" y "la señora" jeje. Mil gracias por atendernos con tanto mimo, con tanta dedicación y amor por vuestro trabajo, vuestro restaurante, y vuestros platos. En especial destaco que la señora se tomara la molestia de explicarnos con paciencia y buen detalle nuestras dudas. En otros sitios, preguntas qué lleva un plato y entre que te lo dicen con pereza, deprisa y poca información, te quedas igual. Vuestra excelente atención (a nosotros y a los demás comensales, que nos fijamos) nos hizo la comida aún más deliciosa. Esperamos repetir. ¡Muchas gracias, señores! :).

Pequeño local, muy céntrico, en la Calle Leganitos, de cocina tradicional, clásico de Madrid, lleva funcionando 30-40 años. En una zona muy turística con una cocina cuidada a precio moderado. La atención muy personal de los propietarios para apenas una docena de mesas, relativamente juntas. En la carta se puede encontrar un poco de todo, a destacar por lo original, los Ferrero de morcilla,(bolas de morcilla, rebozada en huevo y cubierta de trocitos de almendra, de ahí el nombre y postres como el arroz con leche y sobre todo la tarta de queso, riquísima y ligera. Es un sitio al que volver de vez en cuando para recorrer su carta. Recomendado

Fenomenal, la comida en su punto. Es restaurante madrileño, por lo que ni se les ocurra preguntar por patatas bravas ni el pan con tomate. El pollo asado con su patatas de acompañamiento fenomenales, el foie de pata ni les cuento y por supuesto el tinto de verano en su punto. Carme es un encanto. Es de esos lugares que se deben visitar. Su ambiente y decoración 10/10.

Cocina tradicional y sencilla con excelente ejecución. Un local ambientado con muchas fotos que demuestra su historia. Servicio correcto y con cariño sin empalagar en ningún momento. No sé cómo se ha podido escapar en mis 32 años. Vuelvo sin duda. Hace falta reservar.

Local muy acogedor, a pocos metros de la Gran Vía, los platos estaban buenísimos y los dueños encantadores y educados.

Pintoresco restaurante con comida tradicional casera y una decoración totalmente icónica del Quijote. El lugar es acogedor y el servicio muy bueno. La comida también es buena y tiene raciones y platos con precios muy asequibles. Si no le pongo 5 estrellas es porque algunas raciones son algo pequeñas en relación con el precio. Recomendable

Me ha gustado mucho, una carta en la que todo se ve muy bueno, y donde la mano de hecho en casa y con calidad está presente. La sopa de verduras, los callos, el entrecot, el solomillo al cabrales, todo en su punto y con mucho gusto, quizás el postre es lo menos impresionante aunque también muy ricos. Repetiré seguro.